
Sanlúcar era ya la Meca del buen comer antes de que los gurús la bautizaran oficialmente como Capital Gastronómica de España. Eso ya lo sabíamos. Igual que sabemos que una vez concluído el año de su reinado, la de Barrameda seguirá siendo un paraíso de la mesa y el mantel, ya sea éste de lino francés o del papel más endeble. Porque ese es, precisamente, uno de los grandes secretos del éxito sanluqueño, que se disfruta prácticamente en todos sitios, desde los restaurantes boutique a las barras del último bar de barrio, pasando por la bulla de las terrazas de Bajo de Guía o de la plaza del Cabildo.
Los nombres más rutilantes y populares del universo gastronómico de Sanlúcar los conocemos todos, así que hoy me propongo dibujar un pequeño recorrido por otros santuarios de parada y fonda que no son tan conocidos para el gran público. O sí. A los que gustan de peregrinar y descubrir nuevos parajes donde llenar el buche, igual les suena alguno de ellos.

-El Barba: se llama realmente Bar Montilla, pero todo el mundo lo conoce así por motivos obvios. Ya lo veréis. Busca la ubicación en Google. El sitio es difícil de encontrar, tanto como el arroz con pato que tienen o las tortillitas de camarones o el choco. Increíble. Precios módicos. Hay que ir sin prisas, y eso es lo mejor.
-El Quinto: esta venta, también conocida como El Teniente, tienes que buscarla callejeando por La Algaida. Está todo bueno: los huevos, las papas, la carne de caza, el arroz con pato, y, por supuesto, los pescados y mariscos sanluqueños. Paraíso terrenal.
-Aparceros: aquí entramos en el mundo “tascas del Barrio Alto”. Este lugar, dominado por la típica barra de acero inoxidable, sirve los mejores mostos y manzanillas de Sanlúcar. Tapeo, ajo campero, chacinas…Hay que ir.
-Manolito Damián: se le conoce así o como “Casa Damián”, aunque su verdadero nombre es El Rinconcillo. Taberna de vinos escogidos, tapas frías y alguna sorpresa gastronómica “made in Sanlúcar”.
Y con esto creo yo que tenemos para darnos más de un garbeo por esta tierra bendita que es Sanlúcar de Barrameda, capital por siempre de las cocinas del mundo. Anda que no.
Javier Benítez